lunes, 2 de junio de 2014

Tus ganas y mis ganas.

Pongamos que todo empieza por un abrazo. Pongamos  que no buscamos nada y que sólo nuestras almas se han conocido en otro tiempo. Pongamos que me busco y me encuentro en ti. Pongamos que tus ganas y las mías se convierten en nuestras ganas.
Que estar tanto tiempo esperándote debería de estar prohibido o quizás permitido, no lo sé. Es un querer premeditado, de esos que están destinados. Por mi parte fue necesario morir para empezar a vivir, por la tuya fue motivo de buscarte en lo más profundo. La vida quiso jugar.  Maldita sea, una vez más me caí de mis propias reflexiones. Lo volvería a hacer, una y otra vez, sin parar.
 Los ojos fueron nuestros aliados, los únicos que no tenían miedo, que no se frenaban, que sabían lo que vendría después. ¡Qué ironía!, ¿qué parte de nuestro cerebro decía que no? Pero la debilidad es algo que a ti y a mí no nos define, sólo la reconozco cuando te siento.
Entonces se crea un universo. El tiempo se para a la vez que deja de existir. Nos volvemos locos y sin permiso de la locura nos movemos a través de una montaña rusa. Dibujaste una huella en mi vida, yo la enmarqué y le puse nombre. Que jodido que lo bonito de la vida a veces esté rozando nuestros ojos ciegos. ¡Qué jodido el proceso y qué maravilla el despertar!
Aceptar que no existen palabras para describir algo que desborda el alma. Entender una mirada sin abrir la boca. Suplicarle a tu alma que no vuelva a esconderse y educar a mis ojos para que no vistan de negro.
Lo acepto, ahora quiero aceptarlo. Bueno, supongo que a veces sentir cierto miedo crea vulnerabilidad. No sé si quiero sentirme así. De nada sirve no querer, porque te veo y toda mi frialdad se vuelve a desmontar. Entonces el universo vuelve a tener lógica. Lo cierto es que podría vivir sin él, pero ahora no sé si quiero estar sin ti.
Hagamos una cosa: Tengamos lo más importante del mundo sin poseerlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario!